Nació Mr. Carazo, como casi todos lo llamaban en su pueblo natal de Trujillo Alto, el día 8 de junio de 1887.
Fueron sus padres Don Juan Francisco Carazo Melchor y Doña Josefa María González Monge, mejor conocida por Doña Marcia. Siendo Medardo el primogénito de una familia numerosa y de escasos recursos económicos, se esforzó por estudiar para poder ayudar más tarde a sus progenitores y hermanos, a quienes quería entrañablemente. Aprendió a leer y a escribir en el seno de su hogar como se acostumbraba hacerlo en Puerto Rico cuando los españoles gobernaban la isla. Luego lo mandaron a una de las escuelitas del pueblo. Como tenía algunos conocimientos académicos ingresó en la clase de los adelantados.
Al ocurrir el cambio de soberanía un inspector americano lo asignó al tercer grado. Al terminar el curso escolar se fue a Carolina, donde siguió estudiando hasta terminar el octavo grado. Esto permitió que tomara un examen que lo acreditaría para su ingreso a la Escuela Normal Insular. El curso fue de dos años. Al concluirlos obtuvo la licencia de maestro en el año 1904.
Empezó a trabajar como maestro rural en el Barrio Carraízo Alto de esta municipalidad (Trujillo Alto). Tres años más tarde se inició en el pueblo como maestro graduado de inglés. (Así denominaban entonces los que tenían el privilegio de trabajar en la zona urbana por haber alcanzado estudios superiores.) Esta plaza la desempeñó hasta el 1919, año en que el Secretario de Instrucción para aquella época, Dr. Paul G. Miller, tuvo a bien nombrarlo maestro de inglés. Fue uno de los primeros en enseñar dicho idioma en las escuelas públicas de Puerto Rico. Tomó un curso de tres veranos consecutivos que ofreció la Universidad de Puerto Rico para obtener la licencia de principal. No fue hasta el 1936 que empezó a trabajar como tal en propiedad, pues fueron muchos los años que venía ejerciendo funciones de principal accidental. Llegó a supervisar los tres niveles: elemental, intermedia y superior. Realizó este cargo a entera satisfacción de sus superiores. Cuando la matrícula escolar fue creciendo asignaron otros principales para la secundaria, y él se quedó con la elemental solamente.
Se retiró en el 1952 cuando tuvo que abandonar el magisterio para acogerse a la jubilación por años de servicio y edad reglamentaria. Durante sus años de servicio fue un luchador incansable. Estudiaba todo los veranos y hasta los sábados durante el curso regular. No quería quedarse atrás en su profesión. Estaba al tanto de todos los cambios educativos y ponía en práctica los métodos modernos. Dedicó a la escuela y a su pueblo 47 años de encomiable servicio. Cuando hubo que retirarse todavía se sentía con ánimo y fuerzas para seguir adelante. No le fue posible. La ley de retiro, inexorable en sus comienzos, no le permitió celebrar sus Bodas de Oro en el Magisterio Insular. En cuanto a sus relaciones con la comunidad formó parte integrante de la misma, presidiendo no solamente la Junta Local de Maestros, sino también la Cruz Roja Americana y Juvenil, la Sociedad del Santo Nombre y otras entidades de carácter cívico y religioso. Fue miembro activo de la Junta del Servicio Selectivo y de la Defensa Civil. Por tales razones fue el escogido por su compueblanos para presentarlo ante las cámaras de televisión en el programa “Conociendo a Puerto Rico”. El recordatorio que le otorgaron en está ocasión dice así: Para quererlo más “A Medardo Carazo por su alta labor educativa”. Disfrutó de su jubilación por un tiempo razonable (15 años). Viajó por Estados Unidos e Islas del Caribe, palpando por sí mismo lo que tantas veces había enseñado a sus discípulos: historia y geografía. Ya al borde de la muerte su sonrisa postrera la dedicó a la escuela. Asomó a sus labios al contemplar junto a su lecho a los compañeros. Elena Alfaro de Castillo, principal de Tulio Larrínaga y al Sr. Del Río, supervisor de inglés de esta localidad. La primera venía a conocerle por hallarse en su oficina una fotografía del maestro que moría lentamente en su hogar rodeado de familiares y amigos. Quiso el Señor que hubiera de morir el día 6 de marzo de 1967, poco antes de cumplir los 80 años de edad.
(por María M. Carazo Santaliz)
-Educador Ejemplar
Además de la función de maestro, Mr. Carazo realizó tareas de supervisión y administración en el Distrito Escolar de Trujillo Alto como parte de su nombramiento de Principal de escuelas. Como no había superintendente de Escuelas en esa época, el fungió como tal, supervisando y administrando los tres niveles: elemental, intermedio y luego superior en ambas zonas, urbana y rural por muchos años, hasta que nombraron otros principales de escuelas. Según sus supervisores centrales, ejerció estas funciones brillantemente. Cuando venían a supervisarlo de Río Piedras (que tenía a cargo el Distrito Escolar de Trujillo Alto) los supervisores almorzaban en la casa de Don Medardo. No existían pagos de dieta y millaje entonces.
También fue profesor de Español de muchos de los sacerdotes y frailes franciscanos norteamericanos que venían a ejercer a P.R. Primero los enviaban a Trujillo
Alto para aprender español con Don Medardo y luego lo asignaban a otros pueblos de la Isla cuando ya habían aprendido la lengua castellana.
-Hombre de fe
Medardo Carazo fue, además un hombre profundamente religioso. Cuando ningún laico leía la palabra en las iglesias en las que él profesaba su fe, la católica, el párroco tenía a bien ponerlo a leer en los servicios de la Semana Santa. O sea que fue un pionero de lo que hoy en día (luego del Concilio Vaticano II) se denomina como Ministerio de la Palabra. Menos, celebrar la Misa, por supuesto, sustituía al sacerdote en muchos menesteres cuando era necesario, como rezar el rosario por las noches en la iglesia, etc.
Siempre aludía a una anécdota sobre una experiencia suya cuando estudiaba para licencia de principal de escuelas. Él formó parte de la primera escuela graduada de principales de la Universidad de P.R., por lo tanto, todos los compañeros y él estaban intranquilos y nerviosos para los primeros exámenes finales. Como fue la primera clase, no tenían idea de cómo los iban a evaluar – si oralmente o por exámenes finales escritos, etc. - por lo tanto, todos rezaban, oraban y le pedían a Dios por los pasillos, en los salones y debajo de los árboles del pequeño campus de entonces. Pedían a Dios que los iluminara en ese “trance”. Un compañero a manera de guasa, les increpó, “¿Por qué tanto apuro? “¿Por qué rezan tanto? No sean zanganos. Ese examen lo paso yo “quiera Dios o no quiera”. Fue el único que se colgó…
-Hombre Disciplinado y Disciplinante
Don Medardo se destacó como persona disciplinada y como disciplinario, tanto de sus hijos como de sus estudiantes. Amaba mucho la juventud y la dirigía con amor y rectitud. Le aleccionaba en el respeto, como se decía antes. Se dice que cuando pasaba un entierro frente a la escuela, exhortaba a los estudiantes a ponerse de pie en señal de respeto y consideración y hasta a encomendar el alma del difunto a Dios.
Le apasionaba dirigir a los jóvenes instruyéndolos y acostumbrándolos a ciertas disciplinar o reglamentos tantos escolares como éticos, u “obligaciones del hombre”. Por ejemplo: los estudiantes no solían fumar delante de Mr. Carazo o de sus maestros, o decir malas palabras, faltarle el respeto a los mayores, etc.
También ejecutó la disciplina físicamente, porque en esa época, el hogar consentía un halón de orejas, una nalgada, un arrodillarse en una esquina o una reprimenda de “vara”. Se decía que el maestro era el segundo padre de los estudiantes. Muchas veces cuando se disciplinaba un estudiante en la escuela, también en el hogar lo hacían por partida doble. Ésta era la psicología de la época; todo para que fueran “hombres y mujeres de bien en el mañana”. Los buenos modales y el bien hablar era la orden del día y esto, Mr. Carazo, lo impartía celosamente.
-Hombre Cívico
Medardo Carazo presidió la Junta Local de Maestros y la Cruz Roja Americana y Juvenil, por muchos años.
Traducía, a los padres de soldados, cartas en inglés que se enviaban a sus progenitores que no sabían el idioma durante las guerras (2da Guerra Mundial, Corea, Vietnam). Escribía y contestaba cartas en inglés a los ciudadanos cuando éstos se lo solicitaban.
Recibió una medalla de distancia del Congreso Norteamericano en apreciación por su colaboración a la Junta de Servicio Selectivo y de la Defensa Civil, entidad que también presidió por muchos años en el pueblo de Trujillo Alto.
Cuando había inundaciones o se anunciaban tormentas Don Medardo iba primero a poner los libros de las escuelas a salvo y a “condenar” éstas en contra del viento. Luego se ocupaba de su propio hogar.
Cuando los soldados se iban a las guerras, o mejor dicho, los reclutaban, solían ir a despedirse de Mr. Carazo. Lo mismo hacían, otros trujillanos, cuando emigraban a los E.E. U.U. a trabajar. Cuando regresaban venían a saludarlo y contarle su “cuitas” y también a agradecerle lo que él les había enseñado que les había servido de provecho.
Escuela Superior de Trujillo Alto que lleva el nombre de Don Medardo Carazo.
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